Estados Unidos ha construido, a través del deporte, una enorme fábrica de diversión en la que las atracciones principales son: el fútbol americano, el béisbol, el baloncesto, el hockey sobre hielo y el ‘soccer’ (como los norteamericanos denominan a nuestro balompié).
Cada una de estas competencias no funciona como en la mayor parte del mundo, sino que los gringos han creado una estructura que les permite regular varios aspectos como la competencia, llevar el deporte a todo el país, dar oportunidades a los novatos y, por supuesto, sacarle el jugo al negocio.
Para ello existen cinco ligas principales: NFL (National Football League o Liga Nacional de Fútbol Americano), MLB (Major League Baseball o Grandes Ligas de Béisbol), NBA (National Basketball Association o Asociación Nacional de Baloncesto), NHL (National Hockey League o Liga Nacional de Hockey) y MLS (Major League Soccer, que está supervisada por la Federación de Fútbol de Estados Unidos).
Cada una de estas ligas tiene su sistema propio de campeonato, de premiación y de reparto de jugadores. La NBA, por ejemplo, le permite al equipo que haya terminado en último lugar en la temporada pasada, fichar al novato más destacado. La MLS, en cambio, tiene un tope salarial, mediante el cual los equipos solo pueden fichar a tres figuras fuera de ese límite.
Todo está pensado. Los calendarios están elaborados de tal manera que durante los 12 meses del año existe actividad deportiva en Estados Unidos. El fútbol americano se juega de septiembre a febrero, el béisbol de marzo a noviembre, el baloncesto de octubre a junio, el hockey de octubre a junio y el soccer de marzo a diciembre.
Además, antes de empezar cada temporada, los equipos ya saben las fechas y las horas exactas en las que disputarán todos sus partidos. Eso les permite un nivel de organización superlativo, casi inimaginable en Sudamérica.
Los gringos, tan hábiles para el mercadeo como son, han inventado distintas actividades para hacer de estos espectáculos deportivos un negocio sostenible a lo largo del tiempo. Conceptos de marketing como ‘All Star Game’, ‘Super Bowl’, ‘Stanley Cup’, ‘Playoffs’ y muchos otros hacen de los deportes unos eventos publicitarios de calibre.
Basta con decir que el ‘Super Bowl’ (Super Tazón o la final del campeonato del fútbol americano), es el espectáculo deportivo más visto en todo el mundo. Se calcula que la edición 2016 la vieron al menos 100 millones de personas. Mientras que los Dallas Cowboys de la NFL y los Yankees de Nueva York son el segundo y tercer equipos más valiosos del mundo, según la Revista Forbes, únicamente superados por el Real Madrid.
Y aparte de todo está la calidad. En Estados Unidos han nacido varios de los mejores deportistas de todos los tiempos en varias disciplinas. Michael Jordan es el rey de reyes del baloncesto a lo largo de la historia, Babe Ruth es considerado una leyenda del béisbol… y así se podría hablar de un sinnúmero de superestrellas durante todas las décadas.
En cada una de las cinco disciplinas mencionadas se puede disfrutar de grandes encuentros. Basta con encender la televisión en cualquier mes del año y mirar, por ejemplo, un partido de la NBA entre Los Angeles Lakers y los Cleveland Cavaliers; o un enfrentamiento de la MLB entre los NY Yankees y los Orioles de Baltimore; o sentarse a disfrutar del Super Bowl, un espectáculo tan llamativo como técnicamente interesante.
Todo este círculo se cierra con la millonaria venta de los derechos de televisión y de imagen. Las cadenas más importantes como NBC, ESPN, Fox Sports, CBS, ABC, TNT y muchas otras en todos los continentes pagan varios millones por transmitir las temporadas completas o algunos partidos destacados. Además, las marcas han tomado una magnitud tal que se puede encontrar productos de estas cinco ligas en casi en todos los países del planeta.
Los ‘deportes gringos’ no son aburridos, solo que simplemente no los conocemos ni los entendemos bien. Por eso, es común encontrar en las redes sociales críticas al fútbol americano o incluso al ‘soccer’. Si aprendiéramos un poco del nivel de organización de los estadounidenses y de su capacidad para crear un espectáculo, con seguridad nuestros eventos deportivos no serían tan pobres dentro y fuera del campo de juego.