Fotos: Guillermo Corral / El Comercio
La encerrona de Julián López Escobar en la Plaza San Isidro Labrador de Latacunga, quedará para la historia.
El torero español demostró su arte en cada uno de los ejemplares, y el público, que llegó desde varios rincones del país, le respondió con ovaciones.
La corrida fue de menos a más. El primer enemigo (Gitano de 460 Kg) embestía bien y El Juli cuajó una gran faena por ambos pitones, sin embargo estuvo desacertado con la espada y se fue con las manos vacías.
En el segundo toro de la tarde (Cotopaxi de 472 kg), El Juli dejó ver su calidad. Cerró una gran faena con una tremenda estocada, lo que le valió el reconocimiento de dos orejas.
El tercer ejemplar (Libertad de 500 Kg), no tenía mucha fuerza. López se entregó al máximo, estuvo muy acertado con la espada, pero sólo le alcanzó para conseguir un apéndice de la autoridad.
Pero la tarde latacungueña cerró con un cuarto toro inolvidable (Localeño de 475 Kg). El Juli lo recibió con una larga cambiada de rodillas cerca de las tablas y después del tercio de varas lo toreó por lopecinas. Fantástico.
La afición que llegó hasta Latacunga se puso de pie cuando el diestro español pidió los palos de banderillas. Tres pares perfectos de un matador que hace rato había dejado de banderillear.
La faena tuvo de todo. El Juli mostró su extenso repertorio ante un toro que no se cansaba de embestir. El diestro español se entregó al máximo en el ruedo y consiguió el indulto de este ejemplar de la ganadería de Huagrahuasi.
Julián López Escobar salió a hombros de una Plaza San Isidro Labrador que estuvo repleta hasta la bandera. Fue una tarde que quedará en la retina de los aficionados ecuatorianos, que este año no podrán disfrutar de la Feria Jesús del Gran Poder.
«Tremendamente feliz por lo sucedido en Latacunga. Corrida extraordinaria y me he roto a torear, a sentirme y a disfrutar», publicó El Juli en su cuenta de Twitter.