Don Alfonso Villegas perdió su casa en Bahía de Caráquez después del terremoto del pasado 16 de abril. No se cayó por completo, como algunas del barrio María Auxiliadora, pero sabe que la tendrán que demoler. A sus 86 años durmió varias noches al aire libre y una semana después al menos ya tiene una carpa que lo protege a él y a su numerosa familia.
Su nieto Bruno se salvó de morir aplastado. Le cayó parte del techo en la cabeza y la familia tuvo que improvisar un quirófano en la calle. «Yo tenía un paraguas en la mano y el resto alumbraban con las linternas de los celulares, mientras le cocían los puntos en la cabeza», cuenta el papá de Bruno, que lleva el mismo nombre.
La familia no pierde el ánimo. No saben qué va a pasar con su futuro, pero ya quieren regresar a trabajar. Por ahora no les falta ni la comida ni el agua. Su mayor fortaleza son ellos mismo. Una familia unida.
El techo de la familia es un plástico que lograron improvisar.
El techo de la familia es un plástico que lograron improvisar.
La vecina de la familia Villegas también duerme debajo de una carpa.
Así quedó la planta baja de la casa de Enrique.
El techo de la familia es un plástico que lograron improvisar.
La comida llega cada tanto. Las familias se han organizado para recibir las donaciones.
Así quedó la parte trasera de la casa.
Don Alfonso mira hacia adelante. A sus 86 años, su familia se respalda en él.
La fe está intacta.
Bruno cuenta cómo sucedió todo la noche del 16 de abril.
Todavía siguen cayendo escombros. Saben que la casa será demolida.
Todavía siguen cayendo escombros. Saben que la casa será demolida.
La ayuda desde todo el país llega.
«Gracias por la ayuda».
Él es Rocky, el perro de la familia que ha pasado asustado toda la semana.
Él es Rocky, el perro de la familia que ha pasado asustado toda la semana.
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